¿Y si te dijera que la Virgen María es mucho más antigua de lo que nos han contado?¿Que tal si fuera una versión cristiana de una antigua diosa sumeria como Inana, o babilónica como Ishtar? 

 

La mujer y la maternidad han sido base esencial de la idea de lo divino y sagrado para la humanidad. Desde la actual Virgen María, hasta la diosa egipcia Isis, o la hermosa Venus nos encontraremos con que la figura de la fertilidad y la belleza comprenden todo un misterio divino, digno de ser un Arcano del Tarot (Arcano 3, la emperatriz). En este artículo hablaremos de la mujer – madre como diosa, la expresión arquetípica de una misma divinidad y su evolución. 

Desde las arenas de Sumeria hasta las cúpulas doradas de la cristiandad, el principio femenino ha sido honrado, temido, transformado. Inanna, Ishtar, Venus y la Virgen María son más que figuras históricas o mitológicas: son expresiones arquetípicas de una misma divinidad esencial, tejida en el inconsciente colectivo de la humanidad. 

  1. Inanna: La que desciende al Inframundo

Inanna, la estrella matutina y vespertina del cielo sumerio, es una de las primeras divinidades registradas. Diosa del amor, la guerra y la fertilidad, representa el poder cíclico de la vida, la muerte y el renacimiento. Su famoso descenso al inframundo anticipa el viaje iniciático del alma: enfrentarse a su sombra para renacer transformada.

 

2.  Ishtar: El espejo babilónico

Ishtar retoma los atributos de Inanna y los adapta a un mundo imperial. Reina de los cielos, amante ardiente y feroz guerrera, Ishtar fue también adorada en rituales de hierogamia y como estrella vespertina: el planeta Venus. Su culto abarcaba el erotismo, la maternidad, la guerra, y la muerte: lo femenino sin fragmentos.

 

3. Isis: La que lo contiene todo


En Egipto, el rostro de la Gran Madre se manifiesta en Isis, diosa del trono, de la magia, del amor y del duelo. Protectora de los vivos y los muertos, Isis fue venerada como la madre universal, la hechicera que resucita a su esposo Osiris y amamanta al niño Horus. Su culto se extendió por el mundo grecorromano y se fusionó más adelante con las imágenes de la Virgen María. Isis es el poder de lo femenino que conoce los secretos de la vida y la muerte, la sanadora del alma que sostiene el mundo desde su trono invisible.

 

  1. Virgen María: La alquimia de la pureza

 

Con la llegada del cristianismo, muchas imágenes de la Gran Diosa fueron asimiladas en la figura de María. Reina del Cielo, Stella Maris, madre del redentor, ella encarna el principio receptivo, compasivo y nutridor. Aunque despojada del erotismo y el poder terrenal, María conserva la dimensión espiritual del arquetipo femenino: puente entre lo divino y lo humano.

 

Estas figuras no compiten entre sí; se entrelazan como etapas de un mismo rostro. En Inanna está la iniciación, en Ishtar la integración, en Venus el deseo, y en María la sublimación. Juntas forman el ciclo completo de lo femenino sagrado, presente en la psique humana y en los ritmos del cosmos.

 

Tal vez no hemos perdido a la Diosa. Tal vez, simplemente, la hemos llamado por muchos nombres.